La forma más fácil de gestionar esa complejidad en la actualidad es mediante una interfaz de programación de aplicaciones (API, por sus siglas en inglés). ¿Quieres acuñar un token? Hay una API para ello. ¿Quieres obtener un historial de transacciones? Tambi én hay una API para eso. Esas APIs, a su vez, escriben desde y hacia la cadena de bloques, gestionando toda la complejidad que ello conlleva. Las APIs simplifican la construcción de herramientas de blockchain, pero casi todas ellas dependen de software application e infraestructura centralizados. En otras palabras: el uso extensivo de las APIs conducirá a la centralización de muchas funciones críticas de la blockchain.